Demoliendo mitos: Las mujeres y el vino

El mundo del vino está lleno de mitos. Algunos añejos, otros más contemporáneos, se han convertido en auténticas leyendas urbanas que, aun no siendo verídicas, atravesaron generaciones.

Sin repetir y sin soplar, a modo de repaso, por citar ejemplos emblemáticos, son recurrentes frases como “el vino mientras más viejo es mejor”, “si un vino no tiene madera, no es bueno”, “el vino blanco da dolor de cabeza”, “hay que servir el vino a temperatura ambiente” o “los tintos son para carnes y los blancos para pescados”.

La lista podría seguir, pero, por una cuestión lógica (no queremos aburrirlos), paramos aquí. Sin embargo, bien vale la pena mencionar que durante mucho tiempo ha habido mitos desafortunados en relación a las mujeres y el vino.

Nada más lejos de falacias como “ellas solo beben vino rosado”, “el vino dulce es para el paladar femenino” y hasta, incluso, “no beben tintos con cuerpo”. Clichés que es necesario desmitificar en pleno Siglo XXI.

Es tiempo de dejar atrás injustas creencias populares en torno a las preferencias de las mujeres en materia vínica, pues todavía en nuestros días hay quienes afirman que hay “vinos femeninos” y “vinos masculinos”.

Qué mejor oportunidad, entonces, en el Día Internacional de la Mujer, que derribemos estereotipos. Pues, las mujeres y el vino estuvieron profundamente vinculadas a través de la historia. En la elaboración, en el consumo, en la sommellerie, en el servicio. Sin embargo, durante décadas esto ha sido injustamente subestimado.

Hoy, sobresalen cada vez más mujeres bodegueras, enólogas, ingenieras agrónomas, sommeliers, consultoras, gerentes, ejecutivas y comunicadoras del vino, en general, que se lucen con su talento y sensibilidad en medios de comunicación y redes sociales.

Ello no solo impulsa la igualdad de género en la industria del vino, sino que, además, promueve la diversidad y creatividad de las mujeres, que trabajan con enorme entusiasmo en este metier. Por ello, en estas líneas demolemos definitivamente mitos que deben quedar bajo tierra.

Mujeres vinófilas

Las mujeres representan un nicho clave en el universo de consumidores de vino en nuestro país. Tras tiempos de prejuicios, finalmente, rompieron con el paradigma de que solo los hombres tienen preferencia por los vinos tintos.

Hoy, las mujeres argentinas eligen, en reiteradas ocasiones, tintos como primera opción (los blends complejos y robustos pican en punta) en detrimento de blancos, rosados y tardíos.

Ello se da en diversas circunstancias y momentos. Desde el disfrute de una copa a solas, a una divertida juntada con amigas, comidas románticas o en una situación de relax, post jornada laboral agotadora.

De este modo, encontramos un universo femenino muy amplio en relación al consumo. Hay escenas que nos llevan al hedonismo personal, entre desconexión y disfrute individual, hasta el empoderamiento, a partir del descubrimiento de diferentes estilos de vino.

Recomendados para ellas

En el Día Internacional de la Mujer, he aquí un tridente fantástico de vinos tintos de nuestra bodega, con carácter y personalidad para disfrutar en cualquier lugar y circunstancia.

Famiglia Bianchi Cabernet Franc. Estirpe, elegancia y sofisticación se conjugan a la perfección en este exponente con tipicidad varietal, de color rojo rubí profundo, muy seductor, con delicados tonos violáceos. En nariz sobresale por su gran intensidad aromática, con notas florales, a frutos rojos, amalgamados con aromas de morrón asado, pimentón dulce y especias. En boca presenta gran estructura, es carnoso, refinado, con taninos dulces, acidez equilibrada y persistente final.

Famiglia Bianchi Gran Corte. Blend enjundioso, de color violáceo profundo e intenso, con reflejos vivaces y muy impactantes. En nariz se destaca por su carácter frutado, entremezclado con especias, notas herbales y frutos rojos, en plena sintonía con toques de vainilla, aportador por su crianza en roble francés. En boca es complejo, de gran cuerpo y estructura, con un centro de boca voluptuoso, taninos presentes y final largo. Evoluciona con creces en el tiempo. 

IV Generación Gran Malbec. Potente, estructurado y vivaz, presente un color rojo rubí de gran intensidad con matices violáceos brillantes. En nariz, se hace presente la frescura para, luego, dar paso a notas de frutos rojos frescos, moras y grosellas, con dejos florales y leves toques especiados y minerales balanceados con aromas a chocolate y vainilla por su añejamiento en roble francés. En boca es vibrante, graso, complejo, con taninos maduros. De gran potencial de guarda.

A las mujeres de hoy que saben (y mucho de vino) las invitamos a descubrir nuevas cepas, probar maridajes arriesgados e ir detrás de experiencias organolépticas únicas, que brinden placer a los sentidos.